Las prospecciones arqueológicas realizadas indican la presencia humana en estas tierras ya en el Paleolítico Inferior. A partir del Paleolítico Medio hubo un continuo poblamiento en el área, el primer núcleo de población podemos situarlo cronológicamente en la Edad del Bronce, a tenor de los restos de un poblado descubiertos en la ladera sur del Cerro del Castillo, una pequeña población fortificada. La existencia de este poblamiento prerromano se confirma con la aparición de diversos objetos de oro pertenecientes a este período.
En la etapa romana, la población de Alange se define y potencia gracias a las bondades de sus aguas medicinales, origen de sus magníficas termas, primero y del balneario después. En aquella época, sólo existía el complejo termal con unas instalaciones periféricas a modo de infraestructura residencial para hospedaje, ciertos hallazgos arquitectónicos constatan la existencia de una pequeña necrópolis, donde se depositaba a los fallecidos, y de un pequeño templo.
Bajo el dominio árabe, etapa que se manifiesta en los restos del castillo, Alange desempeñó un relevante papel en la lucha de los rebeldes mozárabes emeritenses contra el poder central de Córdoba, ya que ocupaba un punto de paso obligado en el camino desde esta capital a Badajoz.
El castillo fue tomado por los cristianos a mediados del S.XIII y habitado hasta finales del s. XV, época en la que se abandona.
A comienzos del s. XIV Alange es encomendada a la Orden de Santiago y de manos de esta, se constituye en “Encomienda”, perteneciendo jurisdiccionalmente a la Provincia de León. El ámbito jerárquico de su castillo comprendía a Villagonzalo, La Zarza, Oliva de Mérida, Palomas, Puebla de la Reina, Puebla del Prior y Ribera del Fresno, cuyos diezmos eran entregados al convento de San Marcos de León, a través de su administrador en Mérida.
En 1.566 Felipe II concede a la Villa de Alange el Privilegio de Jurisdicción de Primera Instancia. En 1.588 el monarca concedió la Jurisdicción civil y criminal de Primera Instancia a Villagonzalo y un año después a La Zarza (llamada hasta hace poco Zarza de Alange), lo que significaba su independencia respecto de Alange.
A partir de entonces, Alange pierde su preponderancia histórica, hasta que a fines de s. XVIII las termas (abandonadas tras la ocupación romana) fueron restauradas y de nuevo puestas en uso.
En 1.819 la Encomienda de Alange pasa a la Orden de Calatrava, a través de un documento expedido por Fernando VII y refrendado por el Papa Pío VII.
Haremos un breve recorrido cronológico por la historia de Alange, a la vez que apuntamos los bienes patrimoniales de interés.
EL LAVADERO
El lavadero es un espacio típico de la arquitectura popular. Data de principios del siglo XX, y hoy en día ha sido rehabilitado como Centro de Interpretación del Agua.
Aprovechando la proximidad del manantial que suerte el balneario y a la conocida como “fuente del baño” el lavadero municipal de Alange se ubica en la vertiente sur de la población intrincándose en su trama urbana como un elemento mobiliario más. Se accede a él a través de una pequeña plazoleta en la que antaño el pilar central sirvió de abrevadero a los animales de carga que salían hacía la zona oeste de Alange por el camino de Palomas.
La entrada al lavadero se hace salvado el desnivel mediante unas irregulares escaleras que se adaptan a la orografía del terreno hasta llegar a una pequeña plataforma en cuyo centro se sitúa una pileta de forma cuadrangular. Esta pileta es conocida tradicionalmente como el “sacadero” y es el lugar donde se aclaraba la ropa una vez lavada. A ella llega el agua directamente desde el manantial por una canalización que discurre por debajo de las escaleras de acceso al lavadero. En el “sacadero” estaba prohibido el uso de jabones y detergentes, pues era el lugar donde el agua se mantenía más limpia y por lo tanto el espacio más apropiado para el aclarado final de la ropa.
En una segunda plataforma que ocupa la práctica totalidad del recinto, se encuentra el lavadero, un gran depósito de agua de planta rectangular, en torno al cual, situada en el borde y con pendiente hacía el interior se disponen una serie de lajas de piedra, en su mayoría cuarcitas procedentes del entorno. Estas piedras, que sirven como apoyo para frotar las prendas que se lavaban, se sitúan a nivel del suelo, con lo que, al contrario que ocurre en otros lavaderos.
En el extremo opuesto a la entrada de agua, un aliviadero desagua manteniendo constante el nivel del lavadero. Las aguas sobrantes discurrían hasta las cercanas huertas donde se utilizaban para el riego.
Fuente: Panel informativo Centro Interpretación del Agua.
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ERMITA DE SAN GREGORIO
La ermita de San Gregorio se encuentra en el extremo noroeste de la Villa, muy cerca de la entrada del pueblo desde la ciudad de Mérida. Está ubicada en su calle homónima, cercana al camino de subida al castillo. Su construcción parece datar de entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, y evidencia, en su aspecto, numerosos procesos de reparaciones y arreglos.
El edificio, tras su desacralización, pasó a ser propiedad privada, utilizándose como lagar o bodega. En estos últimos años el Ayuntamiento lo adquiere mediante compra y realiza un proceso de rehabilitación, para convertirlo en un edificio destinado a albergar actividades culturales. La ermita es una edificación de reducidas dimensiones, formada por una única nave, de cuerpo alargado con bóveda de cañón y medio punto y dos series laterales de hornacinas. Este cuerpo está separado, mediante arco de medio punto sobre pilar y adosado a la cabecera, a su vez, se resuelve en una cúpula de media naranja sobre pechinas, con hueco central superior para la iluminación.
Curiosidades: Tras varios e ineficaces arreglos y reparaciones del templo original en 1726 comenzó la construcción de una nueva ermita, con un presupuesto de 4400 reales, pero sólo cinco años más tarde se le reclamo a Juan González, arquitecto del trabajo, que devolviera el dinero a la ermita, porque estaba en ruinas.
En 1786 y por amenaza de ruina se reedificó con ayuda económica de las cofradías de San Francisco, San Antonio y San Marcos.
Fue rehabilitada en varias ocasiones, y se habilitó para enterramientos en 1820 y tras su desacralización pasó a propiedad privada.
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ERMITA DE SAN BARTOLOMÉ
Está contigua al edificio del Balneario y se le atribuye la advocación al Cristo de los Baños. También, en ella, se rinde culto a San Blás, a San Bartolomé y a la Virgen Milagrosa, patrona de Alange. Una de las primeras noticias escritas que tenemos sobre su existencia aparece en manuscritos de archivo parroquial de finales del siglo XVIII. En ellos se da cuenta sobre unas reparaciones efectuadas en la ermita, ya que se encontraba en un estado lamentable.
La actual ermita es de construcción sencilla, encuadrada en la tipología de arquitectura popular. Su interior consta de una sola nave de la que arranca una pequeña capillita, junto al altar mayor, dedicada a la advocación del Cristo de los Remedios.
En el exterior, la cubierta se abre en dos aguas, y se rematan los pies de la misma con una espadaña de dos huecos, abiertos para albergar las campanas, y otro hueco más, en la parte superior, que sirve de pedestal para una cruz. En su cabecera, la cubierta se resuelve con una cúpula de media naranja de reducidas dimensiones. La cúpula se presenta a modo de linterna que se apoya sobre un tambor horadado en “ojo de buey” para la iluminación interior.
El pórtico, como así ocurrió en otras muchas ermitas e iglesias, sirvió de cementerio provisional hasta la construcción de otro nuevo. Hoy el espacio está dedicado a jardín y a una pequeña plazoleta donde se pueden ver algunas piezas visigodas encontradas en diversas obras y restauraciones de la ermita.
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IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS MILAGROS
La iglesia parroquial de Ntra. Sra. de los Milagros se construyó allá por el siglo XVI. Gracias a los escritos y descripciones realizados por los Visitadores de la Orden de Santiago a su Encomienda de Alange, podemos seguir, paso a paso, el avance de su construcción.
El edificio de la iglesia responde al estilo predominante en aquellos momentos, el gótico, aunque contiene claros indicios de influencia mudéjar.
La construcción se realizó con mampostería, empleándose el ladrillo en numerosas partes del edificio. El interior de la iglesia ha sido restaurado en el 2008.
El templo inicialmente constaba de tres entradas, actualmente solo mantiene dos en uso. La Puerta del Perdón, está a los pies de la torre, se construye con un arco abocinado de medio punto rebajado y su última arquivolta se eleva dibujando en el muro un arco conopial.
La Puerta de la Epístola, se abre a la fachada que limita con la Plaza de España manifestando también esa relación de estilos gótico mudéjar.
La torre actual está situada a los pies de la Iglesia, tiene planta cuadrada. Su construcción está realizada en su totalidad con ladrillo y argamasa de cal, destacando algunos elementos en azulejos de la época. Está dividida en cinco cuerpos, el último de los cuales está ocupado por el campanario.
De su interior cabe destacar sus bóvedas de aristas decoradas con medallones de diferentes símbolos relacionados con pasajes de la Biblia, la capilla de Doña Isabel de Cárdenas del S. XVI adornada con un retablo de madera policromada y el altar mayor de estilo barroco.
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CASA DE LA ENCOMIENDA
En la actualidad se ha perdido la estructura original de la casa, quedando únicamente el gran patio, y algunos restos de columnas y capiteles y un escudo. La casa es de propiedad privada y sólo podemos mirar su exterior e intuir lo que un día fue.
La Casa de la Encomienda es el número 26 y presta su nombre a la calle en la que se encuentra. También se llamó, calle Pública del Rey, siendo citada en los documentos desde inicios del siglo XVI.
A la Encomienda de Alange pertenecían varias propiedades, como un bastimento de vino y otro de cebada, los molinos de Holgado, en el río Guadiana, una venta donde se pagaba el portazgo; también eran propiedad suya otras edificaciones de las Villas de La Zarza y Villagonzalo. La casa se edificó hacia el 1550.
Para su fabricación se utilizó la mampostería, reservándose la cantería, por su escasez, para la puerta de acceso al patio, la escalera y las columnas, así como para las basas y capiteles del corredor bajo. Los arcos del corredor eran de ladrillo y también lo eran los accesos de bastimento de pan y a las almenas. La techumbre se resolvía en sencillos alfarjes en la zona noble y, en el resto de los servicios, se utilizaba la caña junta y la tabla junta. Contaba con diversas dependencias: bodega, salas y saletas, almacén del diezmo de la madera, de la cal, el ladrillo y la teja; caballerizas, cuadras, aposentos y un retrete. Un gran patio ocupaba el espacio central, al que asomaba una galería en la planta alta y un corredor de arcos en cada uno de los frentes de la planta baja.
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CASTILLO DE LA CULEBRA
Situado en el Cerro que le confiere su nombre, es una estratégica fortaleza levantada por los árabes en el siglo IX, teniendo como referencia histórica el año 850, aunque su origen pudo ser anterior. Su importancia estriba en el punto clave que ocupa para controlar el paso de la Vía de la Plata, además de los movimientos militares que, durante el período musulmán, surgían en la ciudad de Mérida, donde se prodigaban sublevaciones y alzamientos contra la capital, Córdoba.
En años posteriores el Castillo pasará de manos cristianas a musulmanas en distintas ocasiones, atravesando diversas vicisitudes.
A partir del 1243 el Castillo pasa a pertenecer a la Orden de Santiago por mandato de Fernando III (El Santo), estableciéndose una encomienda bajo la misma.
En 1550, debido al mal estado de conservación en que se encontraba el castillo, y la ausencia de guerras en este momento, se decidió su abandono definitivo y su sustitución por la Casa de la Encomienda, construida en ese año.
Al interior del Castillo se accedía atravesando dos puertas; una primera puerta, y una segunda llamada la Puerta del Sol, pero el elemento más importante que nos queda del Castillo a lo largo de los años, es la Torre del Homenaje, realizada en ladrillo y mampostería. Las vistas son impresionantes.
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TERMAS ROMANAS
Constituyen el monumento más relevante y conocido de Alange. Aunque probablemente su origen es anterior, sabemos que ya existían en la época de Trajano y Adriano, siglo III. Son Termas de tipo medicinal, aprovechando las propiedades curativas de las aguas y se encuentran ubicadas en el sector más bajo del pueblo, al pie del Cerro de la Mesilla.
En los años 30 fueron declaradas por el gobierno Monumento Nacional. Y en 1993 son declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La construcción romana es un edificio rectangular en el que se alojan dos cámaras idénticas circulares, destinadas una para cada sexo, a las que se accede por una inclinada escalera de piedra. En el centro de las cámaras están las piscinas, también circulares. Dichas cámaras se cierran en el techo por dos bóvedas semiesféricas con claraboyas en el centro.
Después de pasar varios siglos en abandono tras la ocupación romana, y sin la existencia de datos que prueben su utilización por parte de los árabes, la instalación termal se restituye para uso público hacia finales del siglo XVIII, aunque es a comienzos del siglo XIX cuando se inician las reformas y se construye el edificio actual. Por tanto, la construcción de El Balneario, tiene partes de época romana, partes del 1820 y otras del 1860, aparte de las reformas posteriores.
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YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS
En el Cerro del Castillo de Alange se encuentra el poblado mejor conocido del Bronce Pleno extremeño. Ubicado en un punto de gran dominio visual, buenas tierras y abundancia de agua, a cogió un hábitat aterrazado en ladera vinculado culturalmente al “Bronce del Suroeste”. Sus pobladores desarrollaron allí una economía agropecuaria, basada en gran medida en el cultivo de cereales.
En relación con ello, el pasado 2005 se descubrió una espectacular edificación de más de 19 por 6 metros, montada sobre una terraza e interpretada como un gran almacén de trigo, en función de la enorme cantidad de semillas carbonizadas aparecidas en su interior. Este hallazgo, fechado hacia el 3.360 antes del presente, permite inferir actividades de integración-redistribución gestionadas muy posiblemente por una “jefatura”.
Este yacimiento arqueológico se encuentra ubicado en el paseo fluvial que conduce hasta la presa del embalse de la localidad que bordea el cerro de La Culebra.
Otro yacimiento en el entorno de Alange, lo encontramos en el conocido como cerro Perdiguero. Se trata de unas cazuelas labradas en roca que suelen tener formas semiesféricas y su fecha puede estar entre el Paleolítico Medio hasta la Edad del Hierro.
Posiblemente fueran realizadas para ofrendas o sacrificios y están relacionadas posiblemente con rituales religiosos.
Podemos encontrar otras cazuelas similares en otras zonas de la localidad, ubicadas en el Callejón del Búho, junto al Callejón de los Frailes y en la zona de los Mercaillos, ambos en el cerro del castillo.
Fuente: Juan Diego Carmona Barrero.
El escudo de Alange
Conozcamos mejor la historia del Escudo de Alange.
Si nos fijamos en él podemos observar cómo el escudo de Alange se divide en dos. En el lado derecho tenemos una gran Cruz Roja, símbolo este que vamos a encontrar también en la Iglesia Parroquial de la Virgen de Los Milagros. Y ¿qué significa este símbolo? Pues representa a la Orden de Santiago, orden a la que perteneció Alange desde su reconquista entorno al 1243 de la mano de Fernando III y que entregó el territorio a dicha Orden por la ayuda prestada en la Reconquista. Esta Orden fue de gran relevancia en la época, pero de este hecho nos ocuparemos en otros apartados.
Al otro lado encontramos la silueta de un castillo, con un pequeño sendero por el que sube una culebra. Esta imagen viene a simbolizar nuestro Castillo, ubicado a 485 metro de altitud y que fue de gran importancia en tiempos árabes, pero ¿Por qué aparece esta imagen en el escudo de Alange? ¿Tan importante es? Pues en realidad sí, porque este elemento simboliza el nacimiento del nombre de Alange. No os preocupéis que ahora lo aclaramos. Alange recibe su nombre de su pasado árabe, cómo la mayoría de los pueblos que comienzan por Al-., el nombre del que viene Alange es de Hins Al Hanash, que significaba Castillo de la Culebra, no se sabe muy bien si es porque había muchas culebras (haberlas las hay) o por lo sinuoso del camino (lo más probable). El caso es que el termino Al Hanash fue derivando hasta convertirse en Alange. Más abajo tenemos una imagen cedida por Juan Diego Carmona (Cronista oficial de Alange) en la que se ve la transformación en cada época histórica.
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Huerta Morisca Valle de La Jabata.
La herencia musulmana que quedó en estas tierras tras 8 siglos es muy grande, y quedó fuertemente vinculada a la explotación de recursos hídricos de la comarca. Las dos principales fuentes de aprovechamiento fueron los ríos y los manantiales. Los lugares dónde abundaba el agua fueron los causantes de la aparición de un paisaje transformado por el hombre que tuvo sus principales asentamientos en las faldas de la montaña, dónde abundaban las fuentes y en las vegas de los ríos. Estos espacios fueron los preferidos para desarrollar cultivos, en un sistema de micro regadío que proporcionaba un suministro hortofrutícola que abastecía al grupo familiar que lo gestionaba e incluso producía un excedente que se vendía al vecindario.
En las laderas de Sierra Grande, proximidades de Hornachos, la Sierra de Oliva de Mérida y la falda de Sierra de Peñas Blancas, son los principales lugares donde encontramos zonas de huertas vinculadas a manantiales de montaña, pues son tierras muy fértiles. Por otro lado, las zonas de vegas de los ríos Matachel, Bonhaval, Valdemedel, Palomillas, San Juan, Guadajira, etc., eran los espacios próximos cauces hídricos para desarrollar el regadío de la vega.
Las norias: eran parte del paisaje de las huertas moriscas. Estos artilugios mecánicos aprovechan, la tracción de un animal, generalmente una caballería, para extraer de forma continuada el agua, desde el fondo del pozo sobre el que se situaba. Por este motivo se le conoce también cómo noria de tiro o de sangre, para diferenciarlas de las que se encontraban en los cauces de los ríos, que se movían por la acción de la corriente hidráulica.
El mecanismo de la noria está formado por dos ruedas. Una de ella está en posición horizontal siendo accionada por una palanca en la que está enganchada la caballería. La otra se dispone en posición vertical y engrana con la primera. De la rueda vertical cuelga una soga o cadena a la que se encuentra fijados los “cangilones”, recipiente metálico o de cerámica que elevan el agua desde el fondo del pozo hasta la superficie dónde se vierte y se conduce a través de una acequia.
La estructura de la noria suele estar formada por una plataforma circular elevada a la que se accede a través de una rampa. Sobre la plataforma, el animal de tiro realiza el accionamiento de la noria dando vueltas alrededor del pozo. A nivel del suelo, el pozo suele presentar un acceso que permite llegar hasta el centro del pozo y realizar cualquier operación de mantenimiento de la cadena y los cangilones.
Acequias: pese a que se atribuye su origen a la cultura árabe, ya en tiempos de los romanos existían canalizaciones que permitían llevar el agua de un lugar a otro con intención de regar los campos. Testimonios próximos a este lugar así lo afirman. En el entorno de las termas romanas se han documentado restos de estas canalizaciones cuya finalidad debió ser la de conducir las aguas sobrantes de los baños a las zonas de Huertas que probablemente existieron en la zona más meridional de este lugar.
La alimentación de las acequias se realiza o bien directamente desde pozos, manantiales o fuentes, o bien procedentes de depósitos, azudes, presas o albercas que almacenan de manera provisional. Las conducciones pueden ir a ras de tierra o pueden ser también aéreas, emulando los antiguos acueductos romanos. Son varios los ejemplos de este último caso que todavía se conservan en la comarca.
El reparto de las aguas a través de las acequias a diferentes propiedades generaba complejos sistemas de riego cuyas reglas ponían de acuerdo e igualaban en condiciones de servicio de los sistemas de canalización a todos los propietarios.
Albercas, son construcciones hidráulicas cuya función principal es la de almacenar agua. Construidas con materiales impermeables, recogían el agua que llegaba a través de acequias o a veces incluso procedente de escorrentías o precipitaciones. En algunos casos, en zonas donde el agua brotaba de forma natural, el fondo de las albercas se dejaba sin cerrar, permitiendo que se llenará directamente a través del manatial.
Bien merece la pena hablar de la Huerta Morisca del Valle de la Jabata, de tradición morisca, y que se encuentra ubicada en una finca privada, entre olivos y naranjos.
Sorprende por su magnífica conservación, en parte gracias al mimo y cuidado de su dueño Antonio. En ella encontramos sus elementos prácticamente intactos, pozo, acequia y dos albercas, estas últimas son quizás las más restauradas.
Entrar en su pozo, nos hace retroceder en el tiempo e imaginar cómo con pocos recursos lograban obras de ingeniería tan importantes como estas.
Molinos hidráulicos harineros,
El aprovechamiento de las corrientes fluviales mediante ingenios hidráulicos que permitan moler grano se remonta al periodo al periodo romano. Siglos después, hacia el año 654, el conjunto de leyes visigodas legisló sobre los molinos protegiéndolos contra el robo. La dominación musulmana y sus avances en los sistemas hidráulicos en el desarrollo de la agricultura contribuyeron a la proliferación de los molinos. Durante la edad media y moderna fueron indispensables para la molienda del grano dada la importancia cerealística de la zona. muchos de ellos estuvieron en uso hasta mediados del siglo XX.
Los ríos de la comarca recogen dos tipos de molinos hidráulicos. Dependiendo del caudal del río dónde se establecían, nos encontramos con molino de rodezno de canal o molino de rodezno de cubo. Los grandes cauces eran adecuados para los primeros mientras que los segundos se construían en cauces menores.
Molinos de rodezno de canal. Este tipo de molinos se caracterizaba por tener dos niveles. De una parte, el hidráulico, dónde se situaba el rodezno, rueda horizontal que giraba con la fuerza del agua y que a través del árbol transmitía el movimiento al nivel superior. En la parte superior, en el nivel de molienda, se alojaban las piedras y el resto del mecanismo. Junto a algunos de estos molinos, se construía una pequeña presa que garantizaba un volumen de agua permanente en el momento de la molienda. En su interior podían moler varias piedras a la vez.
El caso más interesante en la comarca es el del molino de la Rabia situado en el río Matachel que llegó a tener cinco piedras, considerándose el más grande de la zona. Este molino está ubicado en el término municipal de la Zarza y actualmente podemos visitarlo dentro de la ruta del cerro Alajón.
Encontramos también un molino en el término municipal de Alange, es el Molino de la Venta, justo en frente de la presa y al lado de la actual Brasería Venta el Cuerno, obsérvalo desde la distancia, pues está ubicado en el curso del río. Conserva intacta su estructura, pero no podemos apreciar ninguna de sus ruedas en el interior. Se trataba de un molino harinero de dos muelas. Entre otras cosas, en 1821 el molino contaba con cuatro piedras a medio servicio, dos rodeznos nuevos con los parahierros y ranguas, siete picaderas, una palanca, un pico, un martillo, una azuela, un cuartillo y una cuartilla. El mantenimiento del molino conllevaba, además del trabajo de la molienda, la puesta a punto de las infraestructuras. Periodicamente había que limpiar la caja por donde entraba el agua que movía las piedras, de todo el fango y cascajo acumulado durante las avenidas. También era preciso reparar de vez en cuando los daños que las riadas producían en los muros de la pesquera. La renta de alquiler que pagaba dicho molino en la primera mitad del siglo XIX era de unos 4000 reales al año. El pago de dicho alquiler era independiente de la producción de harina y durante los años de sequía en los que las piedras apenas molían, también estaban obligados los arrendatarios a pagar la cantidad acordada.
Sabemos de la existencia de otro Molino, conocido como el de la Buraca, junto a unos canchos de ese mismo nombre, sumergido hoy bajo las aguas del pantano.
Molinos de rodezno de cubo. Empleado en ríos de menor caudal, el molino de cubo recibe el agua de manera canalizada desde una represa que se sitúa a unos cientos de metros cauce arriba. El agua se conducía a través de una canalización que ganaba altura con respecto a la corriente del río. Al llegar junto al molino desembocaba en un depósito de gran altura que permitía que el agua descendiera después a gran velocidad sobre el rodezno y lo hiciera girar. El conducto interior del cubo era ancho en su parte superior y estrecho en la salida de la base. Con ese diseño se conseguía que el agua irrumpiese con mayor presión sobre el rodezno. El cubo sobresalía en altura respecto del resto de la construcción del molino, así resultaba fácil contabilizar el número de piedras con las que molía el molino en función del número de cubos visibles desde el exterior. Algunos molinos de este tipo en la comarca eran el molino del Sayón o el molino del Manzo en el río Bonhaval.