LEYENDA DE LA PIEDRA LOBA
En la calle Jarilla, esquina a la calle Sartén, sobresale una descomunal piedra con la particularidad de ser casi plana en su parte de arriba y testigo de un suceso ya lejano en el tiempo y en el recuerdo:
Un hombre de edad madura, incapaz de aguantar en la cama el agobiante calor que le impide conciliar el sueño, sale de la casa buscando la brisa suave y casi agradable. Enrolla una media manta que lleva, la coloca de cabecera y se echa sobre la piedra. El campo a pocos metros y la noche oscura no le intimidan. Piensa y contempla las estrellas. Parece que entorna los ojos. No obstante, algo le impide tranquilizar y quedarse dormido. Oye un leve ruido y se incorpora expectante. Es su movimiento el que ahuyenta a una loba que se acercaba.
Se pone en pie, se dirige a casa, entra y cierra la puerta; pero la curiosidad le domina, abre el postigo y por él observa. Larga espera. Tiene un presentimiento que no falla; la loba regresa con el lobo y los lobeznos.
Leyenda, fábula realidad, sueño… Se cuenta, se acepta. Es la Piedra Loba.”
Fuente: En Alange y en su historia, Juan de la Vega Fernández