El lavadero es un espacio típico de la arquitectura popular. Data de principios del siglo XX, y hoy en día ha sido rehabilitado como Centro de Interpretación del Agua.
Aprovechando la proximidad del manantial que suerte el balneario y a la conocida como “fuente del baño” el lavadero municipal de Alange se ubica en la vertiente sur de la población intrincándose en su trama urbana como un elemento mobiliario más. Se accede a él a través de una pequeña plazoleta en la que antaño el pilar central sirvió de abrevadero a los animales de carga que salían hacía la zona oeste de Alange por el camino de Palomas.
La entrada al lavadero se hace salvado el desnivel mediante unas irregulares escaleras que se adaptan a la orografía del terreno hasta llegar a una pequeña plataforma en cuyo centro se sitúa una pileta de forma cuadrangular. Esta pileta es conocida tradicionalmente como el “sacadero” y es el lugar donde se aclaraba la ropa una vez lavada. A ella llega el agua directamente desde el manantial por una canalización que discurre por debajo de las escaleras de acceso al lavadero. En el “sacadero” estaba prohibido el uso de jabones y detergentes, pues era el lugar donde el agua se mantenía más limpia y por lo tanto el espacio más apropiado para el aclarado final de la ropa.
En una segunda plataforma que ocupa la práctica totalidad del recinto, se encuentra el lavadero, un gran depósito de agua de planta rectangular, en torno al cual, situada en el borde y con pendiente hacía el interior se disponen una serie de lajas de piedra, en su mayoría cuarcitas procedentes del entorno. Estas piedras, que sirven como apoyo para frotar las prendas que se lavaban, se sitúan a nivel del suelo, con lo que, al contrario que ocurre en otros lavaderos.
En el extremo opuesto a la entrada de agua, un aliviadero desagua manteniendo constante el nivel del lavadero. Las aguas sobrantes discurrían hasta las cercanas huertas donde se utilizaban para el riego.
Fuente: Panel informativo Centro Interpretación del Agua.