Molinos hidráulicos harineros,
El aprovechamiento de las corrientes fluviales mediante ingenios hidráulicos que permitan moler grano se remonta al periodo al periodo romano. Siglos después, hacia el año 654, el conjunto de leyes visigodas legisló sobre los molinos protegiéndolos contra el robo. La dominación musulmana y sus avances en los sistemas hidráulicos en el desarrollo de la agricultura contribuyeron a la proliferación de los molinos. Durante la edad media y moderna fueron indispensables para la molienda del grano dada la importancia cerealística de la zona. muchos de ellos estuvieron en uso hasta mediados del siglo XX.
Los ríos de la comarca recogen dos tipos de molinos hidráulicos. Dependiendo del caudal del río dónde se establecían, nos encontramos con molino de rodezno de canal o molino de rodezno de cubo. Los grandes cauces eran adecuados para los primeros mientras que los segundos se construían en cauces menores.
Molinos de rodezno de canal. Este tipo de molinos se caracterizaba por tener dos niveles. De una parte, el hidráulico, dónde se situaba el rodezno, rueda horizontal que giraba con la fuerza del agua y que a través del árbol transmitía el movimiento al nivel superior. En la parte superior, en el nivel de molienda, se alojaban las piedras y el resto del mecanismo. Junto a algunos de estos molinos, se construía una pequeña presa que garantizaba un volumen de agua permanente en el momento de la molienda. En su interior podían moler varias piedras a la vez.
El caso más interesante en la comarca es el del molino de la Rabia situado en el río Matachel que llegó a tener cinco piedras, considerándose el más grande de la zona. Este molino está ubicado en el término municipal de la Zarza y actualmente podemos visitarlo dentro de la ruta del cerro Alajón.
Encontramos también un molino en el término municipal de Alange, es el Molino de la Venta, justo en frente de la presa y al lado de la actual Brasería Venta el Cuerno, obsérvalo desde la distancia, pues está ubicado en el curso del río. Conserva intacta su estructura, pero no podemos apreciar ninguna de sus ruedas en el interior. Se trataba de un molino harinero de dos muelas. Entre otras cosas, en 1821 el molino contaba con cuatro piedras a medio servicio, dos rodeznos nuevos con los parahierros y ranguas, siete picaderas, una palanca, un pico, un martillo, una azuela, un cuartillo y una cuartilla. El mantenimiento del molino conllevaba, además del trabajo de la molienda, la puesta a punto de las infraestructuras. Periodicamente había que limpiar la caja por donde entraba el agua que movía las piedras, de todo el fango y cascajo acumulado durante las avenidas. También era preciso reparar de vez en cuando los daños que las riadas producían en los muros de la pesquera. La renta de alquiler que pagaba dicho molino en la primera mitad del siglo XIX era de unos 4000 reales al año. El pago de dicho alquiler era independiente de la producción de harina y durante los años de sequía en los que las piedras apenas molían, también estaban obligados los arrendatarios a pagar la cantidad acordada.
Sabemos de la existencia de otro Molino, conocido como el de la Buraca, junto a unos canchos de ese mismo nombre, sumergido hoy bajo las aguas del pantano.
Molinos de rodezno de cubo. Empleado en ríos de menor caudal, el molino de cubo recibe el agua de manera canalizada desde una represa que se sitúa a unos cientos de metros cauce arriba. El agua se conducía a través de una canalización que ganaba altura con respecto a la corriente del río. Al llegar junto al molino desembocaba en un depósito de gran altura que permitía que el agua descendiera después a gran velocidad sobre el rodezno y lo hiciera girar. El conducto interior del cubo era ancho en su parte superior y estrecho en la salida de la base. Con ese diseño se conseguía que el agua irrumpiese con mayor presión sobre el rodezno. El cubo sobresalía en altura respecto del resto de la construcción del molino, así resultaba fácil contabilizar el número de piedras con las que molía el molino en función del número de cubos visibles desde el exterior. Algunos molinos de este tipo en la comarca eran el molino del Sayón o el molino del Manzo en el río Bonhaval.
De lo que nos ocupamos ahora, no lo encontraremos en un pequeño rincón de Alange, sino que lo podremos ver disfrutando del entramado de las calles alangeñas, en especial las más antiguas, y es que si algo caracteriza la arquitectura alangeña son sus calzadas, esas pequeñas edificaciones construidas en las entradas de las casas y que podemos ver principalmente en las calles de mayor elevación. Este elemento constructivo no tiene otra función más que la de salvar los diferentes niveles entre las calles y las casas, dejando un dibujo peculiar de las casas y llamando la atención de todas las personas que nos visitan.
No dejen de recorrer Alange y sus calles, aquí les dejamos una ruta para conocer los lugares de mayor interés, así como sus calles.
A destacar también, no sólo en Alange si no, en la mayoría de los pueblos del sur de Badajoz, es el color de sus casas, pues la gran mayoría están encaladas de blanco, no es algo hecho al azar, pues de esta manera se intenta reducir el calor en verano, aunque este aspecto va perdiendo adeptos y en la actualidad vamos encontrado casas en color aquí y allá.
Interesante es también la casa popular de Alange que pasaremos a describiros a continuación:
La casa popular de Alange es conocida como " La casa corredora o pasillo central”.
La casa está articulada a lo largo un eje perpendicular a la fachada, a ambos lados se abren diferentes espacios que son usados principalmente como dormitorio. El pasillo termina en patio de la casa y éste a su vez en el corral, que en la mayoría de las ocasiones es un lugar reservado para los animales. A veces las casas tienen un doblado que se solía utilizar para secar los productos de la matanza.
De esta casa, se pueden diferenciar dos:
- Media Casa: Esta casa viene de la necesidad de dividir la casa en dos, lo hacían usando el pasillo central como eje para dividirla. Esto lo hacían las familias con menos recursos.
- Casa colada o corredor lateral: Esta casa tenía un pasillo paralelo al pasillo central. La función de este pasillo era como la entrada al corral o a las caballerías, sin necesidad por el interior de las casas.
Entre el XVIII y siglo XIX, se puede distinguir de una manera más clara la casa rural y burguesa. La casa burguesa esta en las calles principales del pueblo, aunque actualmente nosotros no podamos observar la gran cantidad de detalles que tenían. Aun así, os invitamos a recorrer la Calle Encomienda, una de las calles principales de Alange, dónde encontraremos majestuosas casas.
Otra construcción típica que podemos encontrar es la proliferación de hoteles y casas de huéspedes que fueron construidas en el siglo XIX. El Hotel Europa, Macías, España, el Club extremeño, … que hicieron de Alange un lugar perfecto para alojar a la alta sociedad de la época. Hoy día, también podemos destacar el gran número de alojamientos de gran calidad y apta para cualquier tipo de bolsillo, desde hoteles de cuatro estrellas hasta, casas rurales y apartamentos, que harán las delicias de todo aquel que nos visita, pues si por algo es conocido Alange es por su buen trato para con los visitantes. Merece la pena resaltar que contamos con un Hotel que lleva dedicándose a eso de acoger huéspedes desde 1912 y que está declarado edificio histórico artístico, llamado Hostal Juan Dios, quizás, uno de los más antiguos de Extremadura.
Dato curioso: Se sabe que, durante el siglo XIX, llegaron a Alange albañiles portugueses, un total de 7 familias, que se instalaron en el pueblo. La construcción más característica era: la bóveda tabicada, abovedilla alentejana y bóveda de rosca.
(Documento JD casas)¿?